sábado, 12 de octubre de 2013

Una España en la que no cabemos todos.

Alguien conoce ese tema de Violadores del Verso que empieza con un “Vengo del mejor grupo que parió una puta llamada España, ¡Puta España! ¿Ok? Me cago en el Rey (…)

He conocido a gente de muchos países, y ninguno insulta a “su país” tan alegremente. Yo sí. Sin necesidad de sentimientos nacionalistas asturianos, manchegos o aragoneses, parece que muchos tenemos algo contra “España”. Fijaros que entrecomillo la palabra España.

Es curioso, pero tanto yo como otros “antiespaña” –sigo con el entrecomillado, ojo- Nos movemos por la península y nos encantan los paisajes, ciudades con historia, barrios antiguos, patrimonio cultural único y diverso, tremenda gastronomía –¡vayas donde vayas!, gente hospitalaria y cercana, patrimonio artístico también.  Joder, España no está tan mal.

¿Que va mal aquí? ¿Por qué parecemos detestar algo que nos gusta? 
  Muy sencillo, porque desde hace tiempo, el país ha estado en manos de gente odia su pluralidad cultural y a sus trabajadores patrios. Y a todo aquello que rompa con su concepto homogéneo y gris de lo que cree que debe ser- España. Un concepto que es además desacorde con la realidad social del estado.


Hubo una guerra civil, si. 40 años de nacionalcatolicismo sin oposición, si. España pa’ aquí, España pa’ allá. Pero la cosa va más allá de que “media España perdiese” una guerra y la otra adoctrinase a hostias a la primera. Mismamente, los sureños perdieron una guerra civil en EEUU y son más patrioteros que nadie. Algunos pueden sacar su bandera confederada a pasear de vez en cuando, pero el “God Bless America” no se lo quitan de la boca.

Lo que tenemos aquí, como dicen en “La Tuerka”, es “una idea de España hegemonizada por la derecha”. Pero una idea con la que nos llevan golpeando en la cabeza desde niños quienes nunca lograron persuadir, solo intimidar. Paradójicamente, los auto-declarados patriotas, son “los padres” de los “antiespaña”. Ellos, que pretenden imponernos una idea cutre y casposa de lo que debe de ser el país –catolicismo, servilismo, patriarcado, toros, fútbol, tapas y algo de american dream- ,y un patriotismo de náuticos y pulserita rojigualda. Patrioterismo. Agitar banderitas y gritar ¡Que Viva España! Sin saber muy bien por qué, ni de qué España hablamos.

Se han empeñado en convertir en una causa nacional cualquier barbaridad, hasta el ridículo. Y se permiten entregar carnets de buen y mal español. Un buen español debe de estar orgulloso de una deportista como Marta Dominguez, reconocida tramposa que ahora tiene un expediente abierto en un comité internacional. Pero aquí se le apoya, se le pone de ejemplo y se le da una silla en el senado. Este es el país del que uno debe de “estar orgulloso”.

Porque son políticos de la calaña de Mayor Oreja, Wert, Bono o Rosa Díaz los que apelan constantemente al patriotismo Español, usándolo como arma arrojadiza contra el otro.

Así es amigos; los mismos que machacan al trabajador y al pequeño empresario, que arrasan con nuestro hábitat natural, que piden mano dura para el desobediente, que desprecian 6 de los 7 idiomas estatales –grosso modo-, que sacan fuera del país sus fortunas, que alegremente ceden la soberanía económica de nuestro estado a potencias y empresas extranjeras… son los dueños del concepto “España”. Por supuesto que son también amos políticos y económicos del país.

Pero es que realmente son los enemigos del país. De su flora y fauna, de su población –salvo ese afortunado 1%-, de su cultura, de todo lo que se salga de su podrida idea de España.

Y luego se extrañan de que les crezcan los enanos. Joder, normal que no quieran participar en este circo. Y cada respuesta, cada intento por “españolizar” –reducir a su concepto estrecho de España- a los rebotados, éstos se alejan aún más. Es de nota que ahora llamen “nazis” a los nacionalistas, acusándoles de buscar la homogeneidad cultural dentro de sus fronteras autonómicas.  Que yo sepa los nazis esclavizaban y mataban judíos, invadían países, practicaban la eugenesia… hay que ser mezquino para comparar eso a pedir la escuela en catalán. O se visten de lingüistas para decirnos que el asturiano no es una lengua, que es lo mismo que el castellano pero con 4 cambios… al mismo tiempo que se apuran a buscar diferencias entre el valenciano y el catalán para justificar que no tienen “nada que ver”, en un patético intento por hacernos creer que 2 y 2 son 5-, porque en ambos casos, los verdaderos lingüistas suelen tener otra opinión.

Sad but true.
Puede que su victoria no fuese total, pero han conseguido instalar muchos de sus dogmas en las cabezas de los ciudadanos. Porque si yo propusiese que en vez de estudiar a los manidos Reyes Godos en el colegio se estudiase una asignatura sobre la diversidad cultural del Estado Español, donde cualquier niño de castilla y león pudiese por ejemplo aprender unas 20 o 30 palabras de Euskera, Catalán, Gallego o Asturiano, muchos pondrían el grito en el cielo. Mientras tanto, Catalanes, Gallegos o Vascos que hablan sus lenguas como primer idioma, aprenden castellano a la perfección. Y para encima parece que a algunos les ofende que se hable otro idioma estatal cuando se está fuera de la región correspondiente. ¿Tan difícil sería que al menos nos interesemos por lo que se cuece fuera de nuestra casa? ¿Es algo maligno que nos enseñen a apreciar la diversidad?

El clima de conflicto interno es tan infumable, todo aquel que se salga del patrón tiene que aguantar tantas gilipolleces y tantos ataques a su identidad cultural, que hasta los que no somos amigos del concepto de nación, comprendemos que muchos quieren escudarse en él para emprender su propio camino y dejar atrás a esta España que ni siquiera se digna a llamarles por su nombre en su idioma. No todo es el nacionalismo oportunista del “Espanya ens roba”, y el que no lo vea, será que no lo quiere ver.

Que quieres que te diga. A mí me gusta el país, con sus luces y sus sombras, que son muchas. Como todos los países. Pero me parece asqueroso el proyecto/modelo/idea que nos quieren imponer una y otra vez, hasta el agotamiento. No me siento identificado con unos colores que por repetición identifico con el martillo con el que nos dan en la cabeza a los que no queremos pasar por el aro, con el himno que nos ponen cuando quieren recordarnos que aquí los que han mandado siempre han sido ellos. Con una noción de país en el que algunos no cabemos, y no cabremos hasta que bajemos la cabeza y nos convirtamos… como ya hicieron hacer a los judíos peninsulares hace unos siglos. O te haces de los nuestros, o te vas.

 Por eso, cuando pitamos el himno o decimos “Puta España”, que no os parezca que insultamos los cuadros de Goya o al oso pardo cantábrico. Para nada. Nos dirigimos a ellos, a los fachas de siempre.

Y por eso también, hoy no vamos a celebrar su fiesta racista y colonialista, el llamado día de la hispanidad. Genocidio, saqueo, esclavitud… no son motivos de celebración.