viernes, 19 de octubre de 2012

Aerobic porno, España, y el patadón pa’alante.

Cuando tenía unos 11 años mis padres me apuntaron a un campamento de verano con mi primo, el popular "Coto Escolar", en León.

Ahí organizaban a los niños por cabañas. Mi primo y yo compartíamos la nuestra con otros 5 o 6 chicos más, no lo recuerdo con exactitud. Entre ellos estaban los apodados “Focudo” y “Chocho Pocho”, nombres que todos quisiéramos tener, pero uno tiene que conformarse con lo que hay.

En fin, como la mayoría de los niños de esa edad, nuestros compañeros eran unos guarrillos que se pasaban el día agarrados a sus penes, realizando todo tipo de ejercicios pre-masturbatorios, la técnica definitiva aún estaba por dominar. Nosotros, un poco menos enfermos, decidimos mantenernos al margen de eso que ellos gustaban de practicar en grupo y llamaban “Aerobic Porno”. El problema es que Chocho Pocho, al que sus padres visitaban a diario para controlar sus moviemientos, comenzó a documentar con su cámara de fotos las escenas que protagonizaban en la cabaña, en especial las estelares actuaciones de su actor fetiche Focudo. Al final de la semana de campamento había llenado un carrete de fotos con las dantescas imágenes de Focudo y cia en pelotas follándose las almohadas, haciéndoles el salto del tigre con sus pequeños penes infantiles erectos, simulando posturitas, haciendo el pino desnudos, y demás rutinas del aerobic porno.

Yo debía de ser un aguafiestas mental, pues no paraba de darle al coco: ¿y qué pasará cuando los padres de Chocho Pocho revelen ese carrete y se encuentren semejante percal? Por muy bien que os lo estéis pasando… ¿no podrías dedicar un segundo a pensar la que se va a liar en tu casa? Se lo dije.

-Oye, ¿y cuando vean esto tus padres?

-“Uff… es verdad… bueno no sé.”

Y volvió a ponerse manos a la obra. O manos al pan, como quieras llamarlo….

Ese chaval estaba claro que no iba a revelar las fotos por su cuenta, pues además de bobo era un papidependiente de la virgen. Un día se acabó el papel higiénico y el tío en un ataque de pánico se limpio el culo con una bolsa del continente y atascó con ella el WC, no te digo más…

Lo que quiero decir es, ¿La gente no se da cuenta de que sus acciones tienen consecuencias? ¿Ni siquiera como sociedad?

Pasaron años en los que cualquier especialista económico podía darse cuenta de que el asunto de la burbuja iba a ser pan para hoy y hambre para mañana. Pero parece ser que éstos, al igual que los políticos y banqueros, no querían parar la fiesta, se lo pasaban demasiado bien” sacándose fotos desnudos” como para preocuparse en analizar que vendría después. Ahora Alemania comienza a tener algunos problemas por forzar a los países mediterráneos a la austeridad, para que nuestros bancos –ahora reconvertidos en “nosotros”- paguen a los suyos. No quieren ver que esa mierda les va a rebotar, porque su economía se basa en la exportación, y si nosotros y nuestros vecinos tenemos que reducir el consumo -que incluye el de sus productos-, les pasa lo que les está pasando. Sus ventas descienden. ¿Nadie se preocupa por el futuro en este mundo?

Es muy fácil hablar “a toro pasado”, como dicen los taurinos. Pero ahora es cuando pongo la mano en el fuego: Hemos entrado en una crisis de recursos energéticos y ecológica. El “Peak Oil” empieza a notarse, el pescado –entendido como recurso alimenticio- a brillar por su ausencia –y hablo como pescador aficionado- las renovables no dan aún la rentabilidad energética que muchos creen, el mal llamado “calentamiento global” (yo lo entiendo como algo más general: la mala salud del planeta como ecosistema) causa estragos en países con ecosistemas delicados, especialmente estaciones de lluvias que pasan de largo sin una gota de agua, en áfrica. Hasta el suelo fértil disminuye. Paralelamente ciertos países crecen económicamente, otros siguen creciendo demográficamente a ritmos de locura, y aumenta el número de consumidores, que también puede llamarse número de contaminadores, y número de esquilmadores de recursos. El planeta no puede generar recursos a esa velocidad, especialmente porque algunos tardan millones de años en ser generados, como los combustibles fósiles.




Vamos hacia el colapso. ¿Y qué hacemos? Lo mismo que hacía Zapatero cuando empezaba a entender los problemas de nuestra economía: Patapúm pa’alante, intento solucionar el problema inmediato y me olvido del pedazo de lío que se está montando, aún pudiéndome imaginar que se volverá aún peor si no se trata ahora . “Si si… todo eso es cierto. Pero tenemos que resolver nuestros problemas, conseguir bajar la tasa de paro, reactivar el consumo, y volver a la senda del crecimiento económico”. Esto te lo dice incluso gente ecologista de izquierdas, o el Keynesiano de turno. Volver al estado del bienestar, como en 2007, cuando todos éramos felices y comíamos perdices. De puta madre. ¿Y lo que acabo de decir, lo olvidamos?

No se trata de romanticismo ecológico –que también comparto, ojo- que si los “pobres animalitos, el bosquecito” y todo eso, que tiene mucha razón también, pero ahora hablo de otra cosa. Se trata de que esto se vuelve contra ti de mil maneras diferentes, desde desastres económicos, a desastres ecológicos, aumento brutal de la desigualdad, guerras por control de recursos... ¿te suena?

-“Si si… si tienes razón pero… es que no funcionaría, la gente tiene otras preocupaciones y si empiezo a hablar de decrecimiento, de trabajar menos horas y consumir menos, cambiar nuestro modo de vida… se ríen de mi y no me vota ni Dios”.

-Perfecto, pero, ¿eres consciente de que si nadie lo propone nadie lo hará?

-“ehmm.. bueno…. yo….”.

-Ok, déjalo.

Tengo la sensación de que si viajase al pasado y les diese una charla a Ansar y ZP sobre los peligros de la burbuja…. Me dirían lo mismo. Porque ahora es muy fácil criticarles, pero por aquel entonces hasta los de IU callaban como putas cuando se ponía en duda el modelo de crecimiento, y centraban su discurso en distribuir la riqueza equitativamente, que está muy bien, pero no cambia la raíz del problema. Justo lo mismo que hacen ahora. “fiscalidad progresiva, banca pública, eliminamos sicav…” Todo eso está genial, pero no resuelve el problema de fondo.

- “Oigan pero que también queremos legislar contra la obsolescencia programada

-Me parece estupendo, todo mi apoyo en eso. Pero, ¿cómo lo compaginas con el crecimiento económico que buscas? ¿Cómo podéis hablar de reactivar el consumo y a la vez legislar contra la obsolescencia programada? Una cosa va contra la otra.

-“Errmm bueno nosotros… ee…”

Hay que bajar el nivel de consumo brutalmente, Aprender a vivir con menos, intentar acercarnos al 100% de reciclaje, buscar la soberanía alimentaria y energética, invertir todo lo posible en investigación para buscar fórmulas alternativas… Por supuesto que esto en nuestro marco económico no funcionaría. Saltar al paradigma del decrecimiento requiere un cambio de chip.

Yo lo digo alto y claro, como en todas mis entradas: La sociedad de consumo no solo no funciona –y no hay más que ver como está el mundo ahora mismo- sino que nos está llevando a un escenario mucho peor. Los problemas no se solucionan repitiendo los mismos errores del pasado. Vosotros mismos.

Han pasado 17 años y aún me imagino la cara desencajada del encargado/a de la tienda de revelado, entregando el sobre con las fotos a los padres de Chocho Pocho.




domingo, 7 de octubre de 2012

Un mundo oscuro tras la cortina

Se nos llena la boca hablando de lo mal que está España, de lo que se aprovechan del pueblo llano los poderosos - extranjeros y patrios-, de lo que habría que hacer para recuperar el “glorioso” estado de bienestar que teníamos, volver a la senda del crecimiento… 

Nuestros problemas –de importante magnitud, no lo voy a negar- parecen haber sumergido en el olvido a muchos otros, aquellos de los que solo una minoría parecíamos preocuparnos antes de que el dedo de las injusticias señalase a la Europa mediterránea. El mundo está jodido, para que usar palabras educadas. No sé si hablo del hambre, de la salud del planeta como ecosistema, de las guerras, formas modernas de esclavitud… hay un mundo oscuro tras la cortina del primer mundo, al que todavía pertenecemos. Un mundo donde la vida vale muy poco, sobre todo si el que decide sobre ella no es tu vecino, sino un extranjero. Un mundo del que solo puedes sentir vergüenza, de uno mismo y de todos, por permitir que exista. Un mundo que duele tanto que es mejor correr la cortina y olvidar, pues así se vive mejor.


No pretendo usar este artículo –por así llamarlo- para quitarle peso a nuestros problemas, solo quiero  poner un par de ideas en juego.


Decimos que el crecimiento económico de un país representa el aumento de su PIB (producto interior bruto) por habitante en un determinado periodo de tiempo. El principal factor para el crecimiento económico es tener una balanza de pagos positiva, o lo que es lo mismo, que el país exporte más de lo que importe, ingrese más de lo que gasta. Hay otros factores que influyen en el PIB como
los servicios que se prestan, las inversiones y los gastos, pero no nos vamos a centrar en ellos. Decir que un país debe buscar el crecimiento suena razonable, ¿no?  
Ahora mirémoslo desde un punto de vista ficticio, digamos que existen 10 países, ¿pueden todos ellos vender más de lo que compran? NO. No todos podemos crecer a la vez, desde un punto de vista simplista –el mío, que de economía no entiendo-. En un marco de competencia –como nuestro propio mundo- unos tendrán que endeudarse comprando más de lo que venden, para que tú tengas una balanza de pagos positiva. Los países ricos siempre necesitarán de países pobres de donde sacar sus recursos a precios ridículos, del mismo modo que las oligarquías ricas necesitarán obreros que por un precio módico generen su riqueza.  Así que no nos engañemos, a los países ricos NO les interesa que los pobres dejen de serlo, igual que a tu jefe no le interesa pagarte 4.000 euros mensuales, porque se arruinaría.

Del mismo modo que a ti te han echado de tu trabajo, o te han bajado el suelo, o le ha pasado a tu tío/primo/colega… los países del tercer mundo, ese mundo oscuro del que preferimos no saber demasiado, pagan parte del pato de que occidente no esté en sus mejores momentos (menos casos como Latinoamérica, en constante desarrollo, que a este paso acabará ocupando el lugar de Europa). Del mismo modo que los bancos alemanes tienen problemas que requieren que les devolvamos un dinero que “ nos” prestaron en contra de nuestros intereses –los del ciudadano medio- nosotros tenemos problemas que “requieren” (insisto en la comillas) que cortemos el grifo de la cooperación internacional para el desarrollo, que cortemos las ayudas a los ciudadanos de esos países que han venido aquí a buscar una vida digna y cerremos los ojos aún más de lo acostumbrado ante cualquier negocio impropio de un país que se llama civilizado, como puede ser la venta de armas y azuzamiento de guerras (va todo junto), o como puede ser el silencio total ante demás crisis humanitarias que nos benefician…  “Oigan que estamos muy jodidos! No hay tiempo para preocuparnos por ustedes!”


En otros casos, la pobreza no es negocio… pero sin duda lo que no es un buen negocio, es gastarse el dinero en ayudar a los “muertos de fame”, pensarán muchos genios.


Otro aspecto del crecimiento económico que merece la pena comentar es que mayor crecimiento implica mayor actividad y por lo tanto mayor consumo de recursos, a la vez que aumenta –si está repartido- el poder adquisitivo de la población y lo que aumenta aún más el consumo de recursos. Dirás, “¿y qué?” Bueno… el problema es que el crecimiento es infinito, pero los recursos del planeta son finitos.  ¿Crecer hasta donde? ¿Hasta cuando?   A esto hay que sumarle que el consumo de muchos recursos deteriora el planeta terriblemente, pero no nos preocupemos demasiado, una vez más, los mayores marrones se los comen los países subdesarrollados, especialmente en África, donde ecosistemas ya de por sí muy frágiles padecen mucho más que el resto los efectos del calentamiento global, que se traducen en estaciones de lluvias en las que no llueve, avance del desierto, destrucción del hábitat por sequías. Hambre y muerte. Y no son ellos los que lo han provocado.


Por tanto yo me pregunto, salir de la crisis y volver al “bienestar”, sí, claro, ¿pero cómo? ¿A costa de quien? Si este mundo no aguanta el ritmo y a nosotros solo se nos ocurre pisar el acelerador… ¿por cuanto tiempo será viable este modelo para nosotros? (dejando ya de lado a los que se sobreentiende, padecerán nuestro bienestar).


                           






Hay por ahí unas gráficas muy chulas que miden el índice de desarrollo humano de cada lugar  frente a la huella ecológica. El índice de desarrollo humano mide las necesidades satisfechas para el ciudadano medio, tales como alimento, seguridad, posibilidad de asociarse, formarse, autorrealización… suele estar relacionado con la bonanza económica, el crecimiento económico… pero no nos engañemos; crecimiento económico NO es sinónimo de bienestar ni de desarrollo humano. Qué tu fábrica vaya bien no significa que te suban el sueldo ni que instalen filtros para reducir la polución de las chimeneas. 

La huella ecológica, que se suele medir en el número de planetas como el nuestro que serían necesarios para mantener el nivel de vida de una determinada población, si toda la población del planeta viviese así*. Por ejemplo, si todo el planeta consumiese como la media de estados unidos, necesitaríamos unos 7 mundos como el nuestro para abastecer la demanda de recursos de esa sociedad, si todo el mundo consumiese como Somalia, un solo planeta iría sobradísimo. A día de hoy esto se sostiene, una vez más, gracias al “mundo oscuro” del que hablo. Países donde la población produce más o menos, pero no consume, así la balanza, más o menos cuadra. Dato: solo con que todos los ciudadanos chinos o indios se comprasen un coche, esto se iba al carajo en 4 telediarios.

“Curiosamente”, los países que presentan un buen índice de desarrollo humano –la gente vive “bien”-, son “globalmente insostenibles” en cuanto a su huella ecológica se refiere. Y los que son sostenibles, son pobres y tienen un índice de desarrollo humano muy bajo.  La sociedad de consumo no funciona, muere de éxito. Se necesitan alternativas, YA.

Ahora diré algo que a muchos no les gustará: Las estadísticas dicen que de todos los países del mundo, solo hay uno que  tenga un índice de desarrollo humano alto y sea ecológicamente viable: Cuba.



*También se mide en hectareas por habitante,como en el ejemplo de la gráfica (hectareas necesarias para producir los recursos que consume ese habitante, se entiende).