martes, 20 de agosto de 2013

Carta abierta a Paco Marhuenda.


He visto un video sobre la crisis de Egipto que me ha puesto los pelos de punta. Niños, adultos, mujeres, muertos, moribundos, mutilados, llorando, desesperados... son las consecuencias de su complicada situación. Encoge el corazón.

Acto seguido vi un video donde Francisco Marhuenda, conocido "periodista", era cazado dedicando a los egipcios un "que se jodan", cuando creía que el micro estaba cerrado.



Son las 4 de la madrugada y me tienes sin dormir, Paco. Te voy a dedicar una entrada “altamente demagoga” y con poquita base científica, porque tras el visionado de esos dos videos estoy pensando con las tripas, y con las tripas expresaré mi opinión, simple y llanamente.

El argumento que trataré de elaborar puede parecer ventajista, ya que el Sr.Marhuenda no acababa de ver el mismo video que yo cuando les dedicó su “empática” expresión. Pero me van a permitir pensar que el citado personaje pensaría lo mismo tras ver el primer video, aunque se callase. Es lo que pienso de un hombre informado, que conoce los mecanismos del sistema, y jamás ha denunciado la injusticia que estos suponen, los dramas humanos que provocan.

Al contrario que ciertos genetistas, con los que seguro que estás de acuerdo, yo pienso que las personas son fundamentalmente el resultado de sus vivencias. Amén de psicópatas y sociópatas, amén de que algunos científicos vinculen cierta predisposición para la capacidad empática a la genética, lo cierto es que la empatía se transmite y se cultiva. Los hijos de puta no nacen: se hacen.

Es por eso, y créeme, solo por eso, por lo que aún después de escucharte lanzando tan repugnante mensaje, no te deseo lo peor, Paco. Porque no serviría de nada. Porque tus ideas seguirían ahí. Porque son esas ideas las que debemos combatir si algún día queremos ganar esta guerra, no a los individuos que las hacen suyas.

No sé quienes son tus padres, pero creo firmemente que desde el prisma cultural, tú y aquellos a los que defiendes a capa y espada, sois herederos directos de todos los enemigos de los derechos humanos, de la libertad, de la justicia.  Bien desde la élite o bien desde el proletariado, a lo largo de la historia ahí habéis estado, pidiendo “mano dura” para solucionar los problemas, siempre hablando del “qué”, e ignorando voluntariamente el “por qué”. Razonar es de débiles.

Por eso te escribo estas líneas Paco, porque os disfrazáis de demócratas de toda la vida, pero no lo sois. Y hoy siento la necesidad de gritarlo a los cuatro vientos.

Sois los mismos de siempre, Paco.

Los mismos que a posteriori hicisteis vuestros a los mártires de los que os plantaron cara. Desde Jesús de Nazaret y su mensaje de amor y paz, a Simón Bolivar. Pero vuestras ideas son radicalmente opuestas a las suyas.

Sois los mismos que antes justificabais con patrañas “divinas” la pobreza del pobre y la riqueza del rico, y ahora habláis de genética, de culturas inferiores, o de meritocracia, y así os liberáis de toda responsabilidad por el sufrimiento de los que se asfixian bajo la bota de vuestras empresas, porque unos nacimos para poner el cuello y otros nacisteis para poner la soga, pensáis.  

Si, Paco, tú que vomitas todo el tiempo eso de “libertad de expresión”, estabas ahí riéndote cuando la Santa Inquisición quemaba vivo al que decía una palabra de más.

Sois los mismos que ahora nos llamáis “fascistas” gratuitamente cuando pegamos pegatinas en la puerta de vuestra casa, pero si nos remontamos unos pocos años en el tiempo, sin salir del país…  ¿realmente es necesario que te lo recuerde?

Sois los que nos llaman antisemitas por defender los derechos de los palestinos, pero no estamos en contra de los que profesan la religión judía.  Sin embargo, hace 80 años tú defendías  apasionadamente su gran exterminador, mientras nosotros estuvimos en su contra. No cuela entonces  eso de llamarnos nazis, o asociar el nacionalsocialismo a nuestros ideales de justicia social e igualdad. Ni a los del déspota sanguinario de Stalin. De hecho no me extrañaría haberte visto a ti en Moscú con el uniforme del partido, listo para lamer la nalga pertinente, por aquello de la “meritocracia”, supongo.

Pero tú eres el gran amigo de los judíos, ¿verdad?. No, Paco, tú y los tuyos solo sois enemigos de la gente. De los derechos humanos. Sois adoradores del poder. De la fuerza. De la mano dura. Los judíos son vuestros amigos, siempre y cuando sean lo bastante ricos. Vuestra islamofobia también se cura rápido cuando los musulmanes llegan en Jet Privado y no en patera. Esos no son “moros”. Esos ya son árabes.

Y ya que hablamos de Islam, por supuesto que vosotros representáis la parte radical y represora de la citada religión. Si, Paco, los mismos machistas occidentales que menosprecian a sus mujeres, que hasta hace poquito les negaban su derecho a estudiar o trabajar, a votar, o a cualquier independencia… usáis la pobre situación de la mujer en el mundo árabe como arma arrojadiza.

Sois los que hacéis vuestras las pequeñas conquistas que os hemos ido arrancando, como el derecho al divorcio. ¿Recuerdas como os pusisteis? Y ahora sois los primeros que os divorciáis. Me pregunto cuanto tiempo ha de pasar –apuesto que poco- hasta que defendáis el derecho al aborto o las bodas homosexuales, como si fuese un logro vuestro y no nuestro.
De todos modos, vosotros ya abortáis. En secreto pero lo hacéis. Y tenéis sexo premarital, incluso pagáis por ello… siempre lo habéis hecho, mientras nos dabais discursos moralizantes, desde el altar. Y ni hablar de la homosexualidad, que muchos de los tuyos ejercen en privado y condenan en público.

Sois los patriotas que ondean banderitas en festejos deportivos. Que hinchan pecho y dicen “¡Gibraltar Español!”, pero les parece bien malvender los hospitales madrileños a empresas extranjeras.

Y no os importa que el mayor activo que tiene el país –sus ciudadanos- nos busquemos la vida fuera. Si, Paco, yo también. Me marché hace cinco años por “espíritu aventurero” –en mi caso acertó tu amiguita del PP-, pero ahora no puedo volver, porque en el país que habéis creado no hay futuro para mí. No sé si la mencionada tendría en cuenta esa posibilidad. De todos modos, no para de llegar gente nueva por aquí, y créeme, cada vez tienen más mala cara. Estos no son aventureros.  Pero a vosotros no os importa, nunca os importó. Menos aún casos como el mío y tantos otros, que no tenemos un título universitario, así que ni siquiera se nos considera dentro del elitista concepto de la “fuga de cerebros”. Nos quedamos en leyendas urbanas.

 Tendré que espabilar con mis estudios online, no sea que acabe en la portada de tu panfleto por mal estudiante.

Sois también los que no tienen nada que decir de más de mil ciudadanos colombianos asesinados por los mercenarios de su gobierno y disfrazados luego de guerrilleros, pero podéis estar semanas “muy tristes” por la muerte en prisión de un cubano que decidió voluntariamente llevar su huelga de hambre hasta las últimas consecuencias. Vaya por delante mi respeto al difunto. Pero mi desprecio para los buitres que lo usáis para tapar los muertos que llevan vuestro sello. Reconócelo Paco, ese negro nunca os importó una mierda. No os importa nadie.

Sois los que aullaron como hienas cuando un grupo de sindicalistas decidió denunciar la situación de desamparo de familias andaluzas, robando 400 euros en alimentos en un supermercado. Pero sois los que defienden apasionadamente a vuestros amigos, ladrones de guante blanco. Los que aplauden efusivamente cuando se anuncia un nuevo atentado contra los derechos de los trabajadores, pero se enfurecen cuando los sindicalistas empujan a una cajera.  Si Paco, está claro que estáis del lado de los trabajadores.

Sois los mismos que nos llamáis antidemocráticos pero estuvisteis y estáis detrás de cada golpe de estado en Latinoamérica. Detrás de la trata de blancas en Europa del este. De la venta de armas en África. De la explotación laboral en Asia. Siempre estás tú ahí. Tú y tus intereses. Tu nula capacidad para sentir o entender el sufrimiento de los demás.

Sois los de siempre Paco, no me engañáis. La historia, las hemerotecas, están ahí.

viernes, 16 de agosto de 2013

Deconstruyendo, que es gerundio.



De seres humanos, números, y caricaturas.

Recientemente he estado matando a tiros a cantidad de hombres y mujeres que pretendían matarme a mí. Cosas de videojuegos. Lo cierto es que a uno no le da la más mínima lástima acabar con todos esos personajes ficticios que aparecen de repente y abren fuego contra ti.

En el desarrollo del videojuego acabé matando también a uno de mis compañeros, igual de ficticio que los demás, pero con el que compartí aventuras virtuales y charlamos, nos ayudamos mutuamente a matar a otros o nos contamos chistes. Conocía sus datos, su historia... Dispararle a ese otro personaje me hizo funcionar la cabeza. Obviamente no es que me dé pena, es igual de virtual que el resto, pero siempre hay una diferencia entre como vemos a quien conocemos y a quién no. Y a ese “le conocía”.

¿Sabes cuál es la diferencia entre que una bomba mate a 1 palestino a que mate a 1 soldado israelí?  La misma. El palestino era un palestino. Y punto. El israelí era Amos Golan, de 27 años, con 3 hermanos, una hija de 6 meses, una novia que como podemos ver en la pantalla, está destrozada, igual que el resto de la familia, máxime cuando al chico solo le quedaban 3 meses para ser trasladado a un puesto de oficina. Pero del palestino no hay mucho que decir.
¿Qué hace este murloc cuando no aparece ningún
jugador para matarle? ¿Juega a las cartas?
¿Come pinchos de tortilla? ¿estará casado?


Por arte de magia, el ciudadano palestino Hakim Misleh ha sido reducido a la nada, a una nacionalidad, a un número.

La perversión de la desconstrucción del sujeto, de su identidad, podría ser aún mayor y los
medios de comunicación podrían haber dicho que el muerto palestino era “un miliciano de Hamás”, suponiendo que lo fuese. De este modo, a ojos del telespectador español, acostumbrado a que le hagan asociar palabras como “miliciano” “Hamás”  con otras como “terrorismo”, no solo no lamentaría demasiado la pérdida de Hakim, sino que posiblemente pasase a pensar que él era el malo de la película. Y si no te lo crees, mira lo mal que lo está pasando la viuda de Amos. La de Hakim no importa, debe de ser que no le sienta bien la televisión, mejor no grabarla.


Hakim se convirtió así en un personaje de mi videojuego. Perdón. Un no-personaje. Alguien que nació en ese momento, apareció de repente, de la nada, con la única intención de matar a jóvenes como Amos, de hacer daño. La dimensión de su persona, única e irrepetible, como cada uno de nosotros, quedó reducida a eso.


Pero esto no es una historia de israelíes y palestinos, esto es un mal genérico que se reproduce constantemente en nuestras vidas, distorsionando nuestro concepto del mundo hasta una convertirlo en una caricatura.


¿Etnocentrismo o desconocimiento?

“Al ciudadano de Oceanía no se le permite saber nada de las otras dos ideologías, pero se le enseña a condenarlas como bárbaros insultos contra la moralidad y el sentido común.  La verdad es que apenas pueden distinguirse las tres ideologías, y los sistemas sociales que ellos aportan son los mismos (…) “El ciudadano medio de Oceanía nunca ve a un ciudadano de Eurasia ni de Asia Oriental –aparte de los prisioneros- y se le prohíbe que aprenda lenguas extranjeras. Si se le permitiera entrar en relación con extranjeros, descubriría que son criaturas iguales a él en lo esencial y que casi todo lo que se le ha dicho sobre ellos es una sarta de mentiras. Se rompería así el mundo cerrado en que vive y quizás desaparecieran el miedo, el odio y la rigidez fanática en que basa su moral.”

 
George Orwell (1984)

Orwell estaba en lo cierto. Pero tal vez no se esperaba que en la era de la comunicación, donde todos estamos en contacto por medio de la tecnología y hablamos idiomas comunes esto iba a seguir así. No ha sido necesario el aislamiento forzoso;  El Ministerio de la Verdad, también llamado los Mass-Mierda hace muy bien su trabajo. La ayuda de cantidad de frikis independientes es inestimable.  Obviamente el grado de control social no es comparable al de su novela, pero para nada es despreciable.

Todos analizamos las demás culturas desde el prisma de nuestra propia cultura, que nos sirve como referencia de “lo correcto”. Obviamente este fenómeno –etnocentrismo- no es en absoluto objetivo y se hace necesario ser consciente de él. No hablo de negar tu propia cultura o relativizar hasta el ridículo para “aprobar” aspectos de otras, pero si es necesario mirar críticamente tu moral, del mismo que es necesario analizar la del otro e intentar comprenderla, lo que no significa asumirla. Obviamente, cuando entramos en los dominios de la fe en el dogma, estamos jodidos. El dogma ha sido es y será el enemigo natural de la razón, pero eso es otra historia.
El mundo según (algunos) americanos. Valdría también para nosotros.


Sin embargo, el tema del post va más allá de las diferencias reales entre culturas. Hablo del “dentro y fuera”. De la diferente visión de lo que conocemos –lo nuestro- y lo que no conocemos, que sustituimos por un estereotipo. Así pues, la  principal incompatibilidad entre culturas es el desconocimiento de estas. Pueden hablar diferentes idiomas o rezar a distintos dioses, pero lo cierto es que una trabajadora europea, una árabe y una china tienen más en común entre ellas de lo que cada una tiene con su respectivo presidente.

Es curioso como la izquierda europea o latinoamericana tiene ese punto de antiamericanismo –no faltan motivos-  y todos tenemos la imagen de sus corporaciones moviendo hilos, financiando golpes de estado y su ejército invadiendo países pobres. Pero el ciudadano medio americano, amén de lo ajeno a todas estas realidades que pueda ser, tiene los mismos problemas que tenemos tú y yo, y si te lo encuentras en un “terreno común” como puede ser este muro de facebook posiblemente te sientas terriblemente identificado con él. Del mismo modo que él se podría entender con un venezolano chavista. Pero por desgracia, la gran mayoría desconoce la realidad sociopolítica latinoamericana, y las distintas implicaciones imperialistas en ésta, no solo por parte de EEUU. Del mismo modo desconocen que posiblemente se han reído con las mismas series, han leído las mismas novelas, les gusta la misma comida, o quieren y respetan a su pareja, familia y amigos como el otro lo hace.

En definitiva, la realidad de un estado y sus empresas sometiendo a otro, ha llevado a odiarse entre ellos a ciudadanos que comparten ideales y preocupaciones. Una vez más, deconstruímos al sujeto y lo reducimos a la caricatura: Un yankee  déspota que quiere expoliar nuestro país, un venezolano terrorista adorador de un “dictador” que amenaza la paz y libertad de los EEUU.

He usado ese ejemplo, pero podría haber dicho un abertzale y una limpiadora madrileña. Y así con todo.

O nos vamos a lo audiovisual: Si te hablo de un narcotraficante que se carga al que se le pone por en medio, sea “güeno” o “malo”, supongo que te da bastante repulsa. El malo de la película. Pero si resulta que es el protagonista y conoces su historia, posiblemente tu opinión sea más comprensiva ¿no?   Ok, échale un vistazo a Breaking Bad.

Tiene razón Rosendo. Siempre hay una historia.