viernes, 29 de marzo de 2013

Desafiliación y difamación. El mundo de los cobardes



Resulta que la Plataforma de Afectados por la hipoteca es (también) ETA. Nada nuevo, para ciertos mamporreros ETA somos todos. No me ha sorprendido leer a cibernautas corroborando esta tesis, y de paso vinculando a PAH con el PSOE. Ni tampoco me sorprende leer a otros “revolucionarios de pro” que ven a la PAH como “parte del sistema”, y por lo tanto algo indeseable y despreciable.

Yo me pregunto ¿y de ti, que diríamos? De mi me dirías que mi padre es alcalde por el PSOE, luego cualquier cosa que yo diga o haga es una farsa porque claro, se entiende que si el padre lo es, el hijo también, ¿no? De otro dirías que es socio del Athletic de Bilbao, ergo un “separatista filoetarra”. De otro, que le han visto comer en un restaurante caro y vestido con ropa de marca, luego que no se las dé de rojo.

Predomina el razonamiento falaz "Tú tienes X relación con esta persona/grupo/movimiento, luego tú estás de acuerdo en todo lo que esa persona/grupo/movimiento diga o haga, soís lo mismo".

Con esa vara de medir cualquiera está pringao. Qué facilidad de gatillo...


El otro día discutía sobre posmodernismo con amigos/as. Desde mi punto de vista, una de las características más evidentes de la sociedad posmodernista –la que nos ha tocado vivir- es la desafiliación (en este caso política e ideológica): la progresiva renuncia del sujeto a ideologías, grupos o referentes, que generalemente se debe a no querer verse relacionado con determinados hechos o acusaciones. No querer asumir que nada es perfecto y no se puede vivir -ni mucho menos ejercer una función pública- sin mancharse las manos. La gravedad de esta realidad se hace evidente cuando la sumamos a la aparente dificultad que la población parece tener a la hora de usar su capacidad de raciocinio, adoptando posiciones precocinadas y dejándose emborrachar por la sobredosis constante de información de dudosa fiabilidad.  Esto parece resultar en una vagancia mental aguda que cierra la puerta a la deliberación lógica y se la abre a una espiral del silencio en la que curiosamente la opinión general “se afilia a la desafiliación”:


Estoy harto de pensar y de no saber si esta gente que sale en la tele me toma el pelo o no, así que mi posición es “Son todos unos hijos de puta/la misma mierda, y el único bueno soy yo”.

 De este  modo, paso a aceptar que nadie es de fiar, y cualquier indicio que pruebe que ese alguien es  “malo” se acepta como prueba rotunda, aunque nazca del blog de un pajillero con ganas de difamar gratuitamente y sentirse importante. En internet la información –verídica o no- corre como  la pólvora y las montañas de basura desinformativa hacen cada vez más difícil verificar la autenticidad de ésta, amén de la credibilidad de las fuentes.

Así, uno tiene que abrir el paraguas cuando habla en defensa de algo o alguien digamos, famoso, pero hincha pecho y todos aplauden cuando difama a otro.

Vamos a ver un ejemplo práctico en la política: ¿Cuantos defienden al político al que votan? (los que aún votan)  ¡Muy pocos, cada día menos! ¿Qué hacen entonces? ¡Decir que los otros son peores! También es cierto que este ejemplo lo pone a huevo…



Hemos creado una sociedad totalmente cobarde, donde se ha pasado de no atreverse a pensar críticamente, a criticar sin argumentos y por norma. Y tan cobardes somos que parece que nos de miedo dar la cara por alguien, y salir de esta opinión generalizada. Por supuesto, pagan justos por pecadores y la opinión general condena a los que intentan ser decentes a un “sois la misma mierda, y el que os crea, un ingenuo”.  Los ejemplos son innumerables, y no hablo necesariamente de política. La gente toma la opción de desmarcarse de todo, señalando al otro y reprochándole sus errores.


¿Cuan patética es esta forma de pensar? Si no eres perfecto, eres un auténtico monstruo (cualquier error te acompañará toda tu vida). Si eres perfecto, algo escondes, en el fondo eres malo. Pero si eres un auténtico hijo de puta, no pasa nada, otros son mucho peores y en el país de los ciegos el tuerto es el rey.


Este texto lo he parido tras leer ciertas críticas a Triodos Bank, banco ahora atacado por todos los flancos, por hacer uso de la etiqueta "Banca Ética".

Me remito a la respuesta que da su director en España, Joan Melé: (cita no literal).

"Me preguntan si la banca puede ser ética, que como puede ser eso posible. Yo siempre respondo, ¿tú eres ético? porque si no empiezas por plantearte tus propias acciones, ¿con qué autoridad moral te yergues para poner en duda las de los demás?"






No hay comentarios:

Publicar un comentario